El abandonar el uso del cigarro es un proceso muy difícil para la inmensa mayoría de los fumadores. Hasta la irrupción a gran escala al mercado del cigarro electrónico hacia 2009 las únicas herramientas disponibles para auxiliar al cese de fumar eran: los productos farmacéuticos, ya sea las “Terapias de Sustitución de Nicotina” (los parches, chicles y spray), los medicamentos como vereniclina (champix) y bupropión o las “terapias” o sesiones clínicas y de soporte conductual que recomiendan hospitales o centros de cese de fumar. Estos métodos auxiliares no han sido eficientes, ya que la mayor parte de los fumadores que dejan el hábito lo hacen sin su asistencia y la mayoría de los intentos de cese de fumar a largo plazo fracasan.
Un elemento que explica el éxito del cigarro electrónico en el cese de fumar es que el fumador (sobre todo el que ha intentado sin éxito otros métodos) tiene la posibilidad de “tomar control” de este proceso sin usar medicamentos y sin intervención de las autoridades médicas. El fumador siente que, en vez de enfrentar la ansiedad de la abstinencia como única (y forzosa) alternativa, está sustituyendo un hábito muy dañino por otro de mucho menor riesgo y con atractivos componentes recreativos (variedad de dispositivos y sabores), pudiendo además conservar casi la misma sensación y funcionalidad motriz de los rituales del fumar. Dichos elementos sicológicos y recreativos están obviamente ausentes en los medicamentos farmacéuticos.
Sin embargo, es necesario someter a prueba la hipótesis de que el cigarro electrónico facilita el cese de fumar. Hay dos tipos de estudios para este propósito:
- Estudios poblacionales y observacionales. Son estudios basados en muestras de censos, ya sea existentes o comisionados: Se utilizan métodos estadísticos para evaluar si el uso del cigarro electrónico conlleva mayor probabilidad de éxito en el cese de fumar.
- Ensayos de seguimiento controlados. Son estudios que reclutan grupos de fumadores a los que se les da seguimiento y evaluación perió En particular destacan los llamados “Ensayos Controlados de asignación Aleatoria, ECA (los “Randomized Controlled Trials”). Estos son experimentos médicos en los cuales se asigna pacientes al azar a un grupo (de control) que recibe un tratamiento y se compara con otro grupo (también elegido al azar) que recibe un placebo. Normalmente este tipo de estudios son utilizados en la evaluación de medicamentos o tratamientos médicos bajo condiciones controladas y estandarizadas. Su adaptación a evaluar el cese de fumar mediante el cigarro electrónico es problemática, además de difícil y costosa.
Los estudios del tipo “Ensayos Controlados Aleatorizados” (ECA) son reconocidos por la comunidad médicos internacional como el “estándar de oro” de la experimentación en ciencia médica. Son utilizados para evaluar en forma rigurosa a medicamentos y tratamientos nuevos. Estos experimentos requieren un alto grado de control y estándarización, por lo que son costosos, ocupan muchos recursos y requieren la participación de numerosos profesionales de la salud
Muchos médicos han cuestionado la eficacia del cigarro electrónico en el cese de fumar en comparación con los métodos tradicionales farmacéuticos (parches, chicles, champix y bupropión). Han puesto como condición que esta eficacia fuera demostrada por un ECA de alta calidad que evaluara en forma experimental y controlada la abstinencia de fumar en por lo menos 12 meses en muestras representativas de fumadores.
Estas dudas han sido finalmente disipadas por el ECA publicado en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine (NEJM), en el que se comparó su eficacia en el cese de fumar en comparación con todos los medios farmacéuticos tradicionales (parches, chicles, vereniclina y bupropion):
Hajek P et al, “A randomized trial of e-cigarettes versus nicotine replacement therapy”. N Engl J Med 2019; 380:629-637 DOI: 10.1056/NEJMoa1808779
Enlace al artículo original: https://bit.ly/2RWdcd0
Enlace a Noticia del estudio en español de La Vanguardia (España): https://bit.ly/2TtB4BF
El resultado fue muy favorable al cigarro electrónico, éste fue el doble de eficaz: logró una abstinencia de fumar en 12 meses de 18%, mientras que los demás métodos juntos lograron solo el 9%. Se trata de es un verdadero parteaguas que deja absolutamente claro que el cigarro electrónico no solo contribuye al cese de fumar, sino que es (al menos) el doble de eficaz que los métodos tradicionales.
Seguro habrá quienes aún rechacen la contribución del cigarro electrónico al cese de fumar o que sigan expresando escepticismo extremo. Sin embargo, las opiniones no bastan, lo que cuenta son los hechos experimentales y el ECA publicado claramente aporta hechos experimentales verificables y reproducibles. Quienes rechacen sus resultados o manifiesten duda y escepticismo extremo deberán aportar argumentos para justificarlas. Difícilmente lo harán.
Es importante proporcionar el debido contexto al ECA publicado por NEJM. Los ECA examinan un proceso (cese de fumar) en condiciones controladas y estandarizadas, por lo tanto, condiciones idealizadas. Este es un resultado muy importante, ya que no se espera que un producto de consumo como el cigarro electrónico obtenga buen resultado en un ECA. Primero, el cese de fumar en la vida real no es un proceso controlable. Segundo, el cigarro electrónico no es un medicamento y el vapeo no es un tratamiento médico para dejar de fumar. En la vida real el cese de fumar mediante el vapeo es un proceso bastante complicado y caótico, con poca o ninguna intervención médica, por lo que difícilmente puede ser sometido a los estándares de control de los ECA.
Es por lo tanto plausible que en condiciones no controladas el cigarro electrónico logre porcentajes de abstinencia mucho mayores al 18%. En otras palabras, si en un ECA el cigarro electrónico resultó ser el doble de eficaz para dejar de fumar que los métodos tradicionales, entonces podemos inferir con toda confianza que sería aún más eficaz en condiciones de la vida real.
Sin embargo, los ECA representan un intento de aproximar lo más posible el cese de fumar a un “tratamiento” para la “enfermedad” de fumar. Son estudios que implican muchas dificultades logísticas y una alto costo presupuestal. Incluso el ECA mencionado anteriormente (publicado en NEJM), aunque es un estudio de calidad, esta describiendo una situación idealizada que poco tiene que ver con la realidad y complejidad del proceso del cese de fumar a nivel poblacional (ver discusión y referencias en la liga a “más información detallada” y tambien aquí y aquí).
Los pocos estudios demográficos y ensayos clínicos que cumplen con un estándar de calidad metodológica son consistentes entre si, y muestran que el uso habitual del cigarro electrónico efectivamente contribuye al cese de fumar cigarro de tabaco.
Para examinar y resolver esta controversia, se publicó en 2017 un gran artículo reseña (ver referencia en la liga a “más información detallada”) por Villanti et al que examina rigurosamente a mas de 90 estudios individuales, tanto demográficos como ensayos clínicos. La conclusión de este artículo reseña es:
En base a la mejor evidencia disponible a la fecha, y utilizando diversos métodos (estudios controlados y poblacionales en grandes muestras demográficas), podemos concluir que el uso regular del cigarro electrónico si contribuye positivamente al cese de fumar.
Además de este estudio reseña, las estadísticas (ver en este enlace) en países de uso extendido del cigarro electrónico (los EUA y Reino Unido) muestran que la prevalencia de fumadores (porcentaje de fumadores en la población) ha disminuido a tasas mas aceleradas desde 2011, justamente coincidiendo con el periodo de entrada al mercado y popularización del cigarro electrónico. Aunque no es posible afirmar que el cigarro electrónico haya causado este declive del tabaquismo, si es plausible que haya contribuido al mismo. Lo que si es un hecho es que el aumento del uso del cigarro electrónico en estos países no ha aumentado ni el número ni la proporción de fumadores (no ha sido “portón de entrada” hacia el tabaquismo, sino mas bien de “salida” del tabaquismo). Por lo tanto:
A pesar de la evidencia señalada, sigue habiendo quienes disputan la utilidad del cigarro electrónico en el cese de fumar. Sin embargo, los estudios que citan están entre los que la reseñas de Villanti et al y Cochrane descalificaron por no cumplir con un buen estándar metodológico (ver “más información detallada”).Otros críticos exigen como única evidencia válida la eficacia medida en ensayos clínicos tipo ECA, los cuales como ya hemos mencionado (ver discusión en “más información detallada”)no son los estudios apropiados para cuantificar este fenómeno en condiciones reales.