Los investigadores reclutaron a 5 vapeadores, recolectaron muestras de saliva antes y después de una sesión de vapeo de 15 minutos, analizaron las muestras de saliva y vieron “daños al ADN”. Compararon con daños en la mucosa oral por consumo de alcohol y con personas que nunca han vapeado ni fumado. Identificaron al formaldehido, la acroleína y el metilglioxal como los compuestos de mayor potencial de daños al DNA.
Hay varios problemas técnicos con este estudio: (1) utiliza una muestra insignificante (cinco) que no es representativa de los vapeadores, (2) no considera daños por historia previa de tabaquismo de los cinco vapeadores, (3) no hace la comparación necesaria con el análisis de la saliva de fumadores. Sin embargo, el problema principal es que los autores emiten conclusiones contundentes que no se sostienen en base a la modestia de sus resultados. Desafortunadamente, muchos autores de estudios en Salud Pública saben que los medios están ansiosos por publicar resultados alarmistas sobre el vapeo, incluso si estos resultados no se pueden fundamentar en los resultados reales de los estudios.