La falacia del daño por partículas PM2.5 en el vapor
La desinformación por los daños a la salud debidos a la presencia en el aerosol del cigarro electrónico de “material particulado”, en especial partículas suspendidas ultrafinas PM2.5 (diámetro menor a 2.5 micrones) se basa en una confusión muy fácil de aclarar: las PM2.5 en el aerosol del cigarro electrónico son químicamente distintas a las que se encuentran en el humo del tabaco (también un aerosol) o en la contaminación del aire ambiental. Estas últimas son partículas sólidas producto de la combustión, son dañinas porque pueden penetrar tejidos profundos del cuerpo humano. Las PM2.5 del cigarro electrónico son agregados líquidos formados por los solventes del líquido vaporizado (propilenglicol, glicerol y agua destilada). Estas no causan daños a la salud: simplemente se disuelven sin interactuar con los tejidos.
A continuación presentamos un ensayo sobre el “material particulado”, de Clive Bates, ex-director de ASH England (Action on Smoking and Health Inglaterra) y promotor de la estrategia de Reducción de Daños por el Tabaquismo.
Un desprestigio científico: crear preocupación sobre las “partículas” de los cigarrillos electrónicos
Por Clive Bates, The Counterfactual (Enlace)
Los oponentes de los cigarrillos electrónicos han determinado que las ‘partículas ultrafinas’ o (simplemente) las ’partículas’ son un problema con el que se acomodan bien y que ayuda a su activismo. Pero esta estrategia de campaña implica un burda maniobra de prestidigitación científica. Exploraremos esto a través de algunos ejemplos y las respuestas apropiadas.
Nota: Carl V Phillips ha proporcionado un comentario extensivo sobre esto: ¿Qué pasa con los reclamos de partículas del cigarro electrónico? La versión simple. La versión corta es que los aerosoles del cigarro electrónico obedecen a una física completamente diferente (son gotas líquidas) y a una química también completamente diferente (apenas tienen algunas de las propiedades tóxicas) de la física y la química de las partículas generadas por los procesos de combustión o contaminación. Entonces, ¿por qué alguien esperaría que tuvieran el mismo impacto en la salud? Empecemos con…
La Universidad de California en San Francisco – Profesor Stanton Glantz
El profesor Stanton Glantz, quizás el principal activista anti-vapeo del mundo, es el principal defensor de la teoría de las partículas ultrafinas del riesgo para la salud del cigarrillo electrónico. En una discusión sobre la ciencia del cigarrillo electrónico, él afirma por ejemplo que:
“Las partículas ultrafinas que liberan los cigarrillos (y los cigarrillos electrónicos) tienen efectos adversos sustanciales en el sistema cardiovascular . [4] (enlace)
Obsérvese la combinación tendenciosa de colocar juntos en la misma frase a “cigarrillos” y “cigarrillos electrónicos” en esta declaración. Esto, como veremos, está en el corazón de la prestidigitación. La referencia [4] y el enlace (ver abajo) están dirigidas a dos referencias que tratan sobre el humo de tabaco de segunda mano, que nada tienen que ver con los cigarrillos electrónicos, eso a pesar de que los cigarrillos electrónicos son el sujeto sobre el cual el Profesor Glantz está tratando. La referencia 4 es la siguiente:
[4] Instituto de Medicina. “Exposición al humo de segunda mano y efectos cardiovasculares: comprensión de la evidencia“. 2009. También vea Barnoya J, Glantz S. “Efectos cardiovasculares del humo de segunda mano: casi tan grande como fumar“. Circulation 2005 24 de mayo; 111 (20): 2684-98 y Grana RL, Benowitz N, Glantz SA. “E-Cigarettes: a scientific review“. Circulation 2014 13 de mayo; 129 (19): 1972-86. doi: 10.1161 / CIRCULATIONAHA.114.007667.
La tercera y última cita en esta referencia es su propia revisión de los cigarrillos electrónicos en la revista Circulation, la cual se discute a continuación. El Profesor Glantz es debidamente crtiticado por el Dr. Farsalinos en su crítica a esta afirmación. En su publicación: “Abuso de pruebas y argumentos: una respuesta a las críticas de Stanton Glantz a una carta de un experto a la OMS sobre la reducción del daño del tabaco” (enlace), podemos leer los comentarios de Farsalinos:
Esta es una presentación incorrecta de la evidencia, ya que no hay un solo estudio que indique que las partículas emitidas por los cigarrillos electrónicos representan un factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular. La revisión citada (en coautoría del autor de la crítica) es nuevamente una presentación deficiente de la ciencia, llegando a la conclusión arbitraria de que la evidencia que vincula la contaminación ambiental o las partículas de humo del cigarrillo con la enfermedad cardiovascular puede aplicarse a los cigarrillos electrónicos. (énfasis original)
El punto importante y obvio para los científicos (y los no científicos) es que no es solo el tamaño de las partículas lo que importa, sino de qué están hechas. Se trata de qué tan reactiva y tóxica es la química de la superficie, y si las partículas son líquidas y es probable que se absorban fácilmente, o sean sólidas y puedan alojarse en el tejido pulmonar. Hay una gran diferencia entre el hollín de los motores diesel, las emisiones de las centrales eléctricas, el humo fotoquímico o la quema de biomasa (incluidas las partículas orgánicas reactivas calientes en el humo del tabaco) y los componentes relativamente benignos de una gota de vapor del cigarrillo electrónico.
En un acto de ofuscación heroica, en su revisión de los cigarrillos electrónicos publicados en Circulation, Glantz y sus colegas logran por fin admitir que el vapor del cigarrillo electrónico puede ser totalmente diferente al humo del cigarrillo y a otra contaminación ambiental, y por implicación, que las conclusiones que se derivan de suponer que son equivalentes carecen de valor.
Los cigarrillos electrónicos suministran nicotina al crear un aerosol de partículas ultrafinas. Las partículas finas pueden ser variables y químicamente complejas, por lo que los componentes específicos responsables de la toxicidad, la importancia relativa del tamaño de las partículas y su composición generalmente no se conocen. Dadas estas incertidumbres, no está claro si las partículas ultrafinas entregadas por los cigarrillos electrónicos tienen efectos en la salud y toxicidad similares a las partículas finas ambientales generadas por el humo de cigarrillo convencional o el humo de tabaco ambiental. Sin embargo, existen pruebas contundentes de que los niveles frecuentes de exposición a partículas finas y ultrafinas del humo del tabaco o la contaminación del aire pueden contribuir a procesos inflamatorios sistémicos y pulmonares y aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias y la muerte. (énfasis agregado) – Grana, Benowitz, Glantz, Circulation 2014.
A pesar de esta descripción tortuosa que pretende hacer creer que es obvio (pero aún no se ha demostrado) que las partículas de los cigarrillos electrónicos y de los cigarrillos tendrían el mismo efecto, este párrafo realmente reconoce que la composición química de la partícula es crítica.
Traducción del párrafo (que es lo que quieren decir casi a modo de “confesión”): el vapor del cigarrillos electrónico no tiene relación alguna con el humo del cigarrillo ni con ninguna otra cosa generalmente considerada como peligrosa en forma de partículas, pero sugeriremos que es igual al humo del tabaco .
Actualización: para una discusión más completa de la física y química del humo de tabaco, vea el Capítulo 3 del informe 2010 del Cirujano General de los EUA (US Surgeon General): “How Tobacco Smoke Causes Disease: The Biology and Behavioral Basis for Smoking-Attributable Disease”. El SG declara lo obvio: la composición química es el núcleo de la toxicología:
El humo del cigarrillo es una mezcla compleja de compuestos químicos que se unen a partículas de aerosol o que están libres en la fase gaseosa. Los compuestos químicos en el tabaco pueden destilarse en humo o reaccionar para formar otros constituyentes que luego se destilan para fumar. Los investigadores han estimado que el humo del cigarrillo tiene 7,357 compuestos químicos de diferentes clases (Rodgman y Perfetti 2009). Al evaluar la naturaleza del humo del tabaco, los científicos deben considerar la composición química, las concentraciones de los componentes, el tamaño de partícula y la carga de partículas (Dube y Green 1982). Estas características varían con el diseño del cigarrillo y la naturaleza química del producto.
El SG va más allá e identifica a los principales culpables de los químicos presentes en el humo del tabaco …
Fowles and Dybing (2003) sugirieron un enfoque para identificar los componentes químicos en el humo del tabaco con el mayor potencial de efectos tóxicos. Consideraron el riesgo de cáncer, enfermedad cardiovascular y enfermedad cardíaca. Usando este enfoque, estos investigadores encontraron que el 1,3-butadieno presentaba, con mucho, el riesgo de cáncer más significativo; la acroleína y el acetaldehído tenían el mayor potencial para ser irritantes respiratorios; y el cianuro, el arsénico y los cresoles fueron las principales fuentes de riesgo cardiovascular. Otras clases de sustancias químicas de preocupación incluyen otros metales, N-nitrosaminas e hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). Esta evaluación, junto con la lista Hoffmann de productos químicos biológicamente activos (Hoffmann y Hoffmann 1998), se utilizó para seleccionar los productos químicos revisados en este capítulo. Se identificarán otros compuestos químicos con potencial de daño a medida que el análisis del humo del tabaco se hace más completo y cambian el diseño y los aditivos del cigarrillo.
Entonces, únicamente si (y cuando) estos compuestos, u otros con efectos tóxicos equivalentes, aparezcan en cantidades materiales detectadas en productos de vapor (cigarros electrónicos) operados en condiciones realistas, entonces podríamos comenzar a preocuparnos sobre si el tamaño de las partículas empeora a estos efectos. Pero no tiene sentido comenzar con el tamaño de las partículas antes de establecer un riesgo tóxico sin considerar la composición química.
Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres- Profesor Martin McKee
El profesor Martin McKee, otro conocido activista contra los cigarrillos electrónicos y comentarista de los medios de comunicación, ha tenido la oportunidad de llevar los argumentos del profesor Glantz a la Gran Bretaña, a través de la revista New Scientist. McKee afirma:
“… cada vez hay más evidencia de que las partículas ultrafinas liberadas en los cigarrillos electrónicos pueden tener consecuencias adversas para el sistema cardiovascular. Por estas razones, una amplia gama de organismos médicos y de salud pública, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), han expresado una preocupación seria por su promoción.”
El problema es que el enlace a “evidencia” en esta declaración en realidad no proporciona ninguna evidencia. Ciertamente, no muestra que las partículas ultrafinas liberadas de los cigarrillos electrónicos tengan efectos adversos sobre el sistema cardiovascular. Los autores del artículo citado finalmente se vieron obligados a reconocer esto en intercambios posteriores. El estudio citado simplemente descubre el hecho obvio de que el aerosol del cigarrillo electrónico contiene, bueno, un aerosol, y que esto se cuenta como material particulado en las mediciones. El estudio en cuestión (Schober et al 2014, ver crítica a dicho estudio) no intenta argumentar que las partículas son dañinas, simplemente que existen. También, es necesario tomar en cuenta que en el mundo del profesor McKee, si hay suficientes organizaciones que expresan preocupación por “algo”, este “algo” se vuelve cierto, pero básicamente todos a los que alude repiten el mismo argumento defectuoso.
Una vez más, el Dr. Farsalinos responde en una carta a la revista criticando a Schober et al. En su blog Farsalinos resume el intercambio.
“Sobre el asunto de las PM (materia particulada), ellos [Schober et al] reconocieron que la composición es diferente y agregaron que ‘no se puede deducir de esto, que la inhalación a largo plazo de nano-gotitas (nano partículas líquidas) de 1,2-propanediol debe ser completamente segura’. ‘Bueno, pero entonces si así se razona, de manera similar podemos apoyar la afirmación de que actualmente no hay evidencia que demuestre que la inhalación de nano-gotas de 1,2-propanodiol (PG) no es segura’”.
En otras palabras, Schober et al no hicieron una evaluación de riesgos del aerosol del cigarrillo electrónico, por lo que no pueden concluir si existe o no un riesgo. Asi que recurrieron al argumento defensivo de que ‘no puede probarse que es completamente seguro‘, que es un non sequitur científico. Vale notar también el uso del término químico 1,2 propanediol en lugar del nombre común ‘propilenglicol’.
¿Por qué Schober y otros hicieron eso, dado el amplio interés en estos hallazgos? Propongo una respuesta posible: ¿Qué suena más desconocido y peligroso? De hecho, el PG es ‘generalmente aceptado como seguro’ para su uso en alimentos por la FDA, ampliamente utilizado en cosméticos y en productos farmacéuticos como un excipiente (ver Dow safety information). Schober et al también fue objeto de una sólida crítica por parte de Carl Phillips e Igor Burstyn, este último un experto en higiene ocupacional y evaluación de la exposición (ver traducción de esta crítica). Vale la pena leerlo en su totalidad, pero aquí hay una de las declaraciones más demoledoras de la misma:
“El dispositivo que los autores usaron para detectar “partículas” no distingue entre gotitas (partículas líquidas) y partículas sólidas; para evaluar la relevancia sanitaria de cualquier partícula, los autores deberían haber usado técnicas gravimétricas que determinan la masa de partículas sólidas emitidas al aire. Como tal, el trabajo de los autores ofrece pruebas inadecuadas de su principal conclusión y sesgo de confirmación: asumieron que las partículas relevantes para la salud estarían presentes en el aerosol, realizaron una prueba que fue incapaz de descartarlo, y luego interpretaron sus resultados como confirmación.“
Las 129 “autoridades de salud pública y médicas”
En una carta a la directora general (actualmente ex-directora) de la OMS, Margaret Chan, 129 académicos y activistas de salud pública apoyaron la siguiente declaración redactada por el Profesor Glantz:
Ya hay evidencia firme de que las emisiones de los SEAN (Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina) liberan varias sustancias tóxicas en el medio ambiente que causan daños a la salud. Estas sustancias incluyen partículas ultrafinas […]
De nuevo, las referencias a Schober et al se utilizan para justificar esta afirmación, o simplemente señalan la presencia de “partículas” como si eso fuera suficiente para justificar la afirmación de que son perjudiciales para la salud. En respuesta, los científicos que trabajan en este campo respondieron con una carta que expresa una fuerte crítica a la carta de estos 129 abajofirmantes, pidiendo a la directora general de la OMS llevar a cabo una “interpretación desapasionada y presentación de pruebas”. La carta crítica a los 129 abajofirmantes descarta la fascinación por el tamaño de las partículas, en lugar del argumento científico relevante sobre su composición química:
También se hace referencia a las “partículas ultrafinas” como si fuera el tamaño de la partícula el que rige el riesgo para la salud. De hecho, las partículas de menor tamaño son vapor de agua, que no conlleva riesgo alguno a la salud. Lo que más importa es la composición química de la materia particulada, y ésta difiere por completo entre el humo del tabaco y el vapor del cigarrillo electrónico.
Organización Mundial de la Salud – Iniciativa Mundo sin Tabaco
Lamentablemente, la OMS transfirió su quehacer científico a la UCSF (Universidad de California en San Francisco) y recibió orientación del mencionado profesor Glantz. Por lo tanto, las OMS terminó promoviendo la deficiente ‘teoría de partículas’ de este profesor a escala mundial, intentando aprovechar su posición clave en la ciencia de la calidad del aire para legitimar su política hacia el tabaco.
En su documento de septiembre de 2014 sobre ‘Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina (SEAN)‘ para la reunión de las partes COP-6, la OMS sugirió que la evidencia de la calidad ambiental del aire podría aplicarse al aerosol del cigarrillo electrónico. La OMS no reconoce que está participando en un truco indigno del quehacer científico, ya que pretende aplicar la ciencia y la evidencia que se ha desarrollado en un tema (contaminación del aire atmosférico) a un tema completamente diferente (vapor de e-cigarette). No queda claro si los autores de este documento fueron conscientes de que lo estaban haciendo. He aquí el párrafo relevante:
15 (b). Sin embargo, la evidencia epidemiológica de los estudios ambientales muestra los efectos adversos de la materia particulada de cualquier fuente después de exposiciones a corto y largo plazo. El extremo inferior del rango de concentraciones en el que se han demostrado efectos adversos para la salud no está muy por encima de la concentración de fondo, que para partículas menores de 2,5 μm se ha estimado en 3-5 μg / m3 y aumenta con la dosis, lo que significa que no existe un umbral para el daño y las medidas de salud pública deben apuntar a lograr las concentraciones más bajas posibles [ 6 ].
La fuente [6] dada para esta declaración es Directrices de calidad del aire de la OMS para partículas, ozono, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre: resumen de la evaluación de riesgos. Ginebra: Organización Mundial de la Salud; 2006.
Sin embargo, estas pautas no se aplican (así nomás) a cualquier fuente, lo cual está incorrectamente afirmado en el documento sobre los SEAN de la OMS. Las pautas son, como cualquier persona razonable esperaría, totalmente centradas en el tipo de material particulado que cabría esperar, contaminantes atmosféricos peligrosos: gases de escape de motores diesel, emisiones de centrales eléctricas, combustión de biomasa y partículas finas de polvo o superficies de carreteras degradadas, etc. No dan fundamento alguno para afirmar que estas conclusiones pueden ser generalizadas al aerosol del cigarrillo electrónico.
El documento sobre los SEAN de la OMS (no sus directrices sobre la calidad del aire) simplemente ha supuesto que la la ciencia y la evidencia de las partículas rutinariamente estudiadas en la contaminación del aire pueden ser generalizadas a los cigarrillos electrónicos, pero no puede. Las pautas de calidad del aire de la OMS confirman su enfoque:
[PM10] se produce principalmente mediante procesos mecánicos, como actividades de construcción, suspensión del polvo de carretera y viento, mientras que [PM2.5] se origina principalmente de fuentes de combustión. En la mayoría de los entornos urbanos las partículas de modos grueso y fino están presentes, pero la proporción de partículas en estos dos rangos de tamaño es probable que varíe sustancialmente entre las ciudades de todo el mundo, dependiendo de la geografía local, la meteorología y las fuentes de PM específicas. En algunas áreas, la combustión de madera y otros combustibles de biomasa pueden ser una fuente importante de contaminación particulada del aire, las partículas de combustión resultantes están en gran parte en el modo fino (PM2.5). [Nota aclaratoria: PM10 significa partículas de menos de 10 micras – una centésima de milímetro – de diámetro. PM2.5 significa un diámetro más pequeño que 2.5 micrones – el tamaño de partícula afecta la penetración y las vías en el cuerpo]
Como era de esperar, no se hace referencia a ninguna evidencia epidemiológica que se relacione con aerosoles de cigarrillos electrónicos o cualquier cosa remotamente similar, química o físicamente. Incluso la epidemiología para diferentes tipos de productos de combustión es limitada.
Sin embargo, los expertos en calidad del aire de la OMS concluyen que todas estas fuentes de productos de combustión pueden tratarse de manera similar. Este es un juicio razonable en mi opinión, pero no uno que pueda extenderse razonablemente a partículas de aerosoles de cigarrillos electrónicos, dado que son bastante diferentes en composición química y física a los productos de combustión en fase sólida. En la medida en que estas pautas afirman que no es posible aislar los impactos de contaminantes específicos, el siguiente es el párrafo clave:
Aunque pocos estudios epidemiológicos han comparado la toxicidad relativa de los productos de combustibles fósiles y la combustión de biomasa, se encuentran estimaciones de efectos similares para una amplia gama de ciudades, tanto en países desarrollados como en desarrollo. Por lo tanto, es razonable suponer que los efectos sobre la salud de PM2.5 provenientes de ambas fuentes son en general los mismos. Por la misma razón, el WHO AQG [guía de calidad del aire] para PM (materia particulada) también se puede aplicar al ambiente interior, específicamente en el mundo en desarrollo, donde grandes poblaciones están expuestas a altos niveles de partículas de combustión derivadas de estufas y fuegos de interior.
Todo esto se enfoca en los productos de la combustión. Respetuosamente afirmo que es un salto irrazonable concluir que este debate abarca el vapor del cigarrillo electrónico, que no es producto de la combustión en absoluto … y por lo tanto, la OMS engaña a la Conferencia de las Partes del CMCT con su apoyo a la ‘teoría de partículas’.
Presentación en la conferencia E-Cigarette Summit por especialistas en partículas – Ciencia de la calidad del aire de la OMS
El tema de la materia particulada de los cigarrillos electrónicos se planteó en el E-Cigarette Summit en Londres (13 de noviembre de 2014) en forma de presentación (Estudio de la cámara sobre el “humo” de los cigarrillos electrónicos de segunda mano – resultados preliminares ) por dos científicos, el profesor Gordon McFiggans y Profesor Roy Harrison OBE. La presentación comenzó con un recuento de los impactos en la salud de la materia particulada, que muestra un gran número anual de muertes prematuras, 200,000 para el Reino Unido (más que por fumar) y 340,000 años de vidas perdidas.
Esta es sin duda una carga de salud preocupante (aunque las cifras son muy controvertidas) … pero, ¿es esto de alguna manera aplicable a los cigarrillos electrónicos? Nada en el informe sugiere que lo es.
La presentación mencionó que hay cuatro amplias categorías de partículas:
- Mecánicamente primarias mecánicas: partículas suspendidas en el aire como el polvo de los desiertos, la degradación de las superficies de las carreteras, el polen, etc.
- Combustión primaria: productos de la combustión como el humo diesel, emisiones de centrales eléctricas y quema de biomasa – esta categoría incluiría el humo del tabaco
- Secundarias: contaminantes que se forman a través de reacciones atmosféricas como el smog fotoquímico
- Primaria / secundaria volátil: cosas como nubes, perfumes en aerosol y ambientadores: esta categoría incluiría el vapor del cigarrillo electrónico
Luego describieron las medidas del aerosol del cigarrillo electrónico obtenidas en un estudio de cámara, mostrando que los cigarrillos electrónicos produjeron cantidades medibles de esta cuarta clase de partículas. Sin embargo, no demostraron que la cuarta clase de partículas sea realmente dañina, o que se espere que los cigarrillos electrónicos sean dañinos y contribuyan al número de muertos. Y eso es bastante importante … así que planteé la pregunta obvia, en pocas palabras:
¿no es la composición química lo que más importa ...? Las partículas de humo del cigarrillo son sólidas y se alojan en los pulmones y tienen una química de superficie altamente reactiva con potencialmente miles de productos de combustión, muchos de los cuales serán cancerígenos y reactivos. Esto es bastante diferente al aerosol de vapor. Como Carl Phillips e Igor Burstyn lo pusieron en su crítica de Schober et al.
Si bien las gotitas son partículas en el sentido más amplio del término, en el contexto de la contaminación ambiental, ese término generalmente se refiere a partículas sólidas finas que pueden alojarse o ser absorbidas a través de los pulmones intactas. Un líquido, por supuesto, simplemente se diluye en el torrente sanguíneo u otros líquidos corporales, independientemente del tamaño de partícula y la ubicación de la deposición. Por lo tanto, es altamente engañosa la extensa discusión sobre el tamaño de partículas, y son mucho más engañosas aún las afirmaciones explícitas sobre las implicaciones para la salud.
El profesor McFiggans fue lo suficientemente generoso como para dar una respuesta segura y honesta, que puede resumirse (parafraseo): “por supuesto, la composición y la toxicidad son importantes”. El profesor Harrison, sin embargo, no se inmutó y en su respuesta remitió a la audiencia al último “informe REVIHAAP” de la OMS. Argumentó que que este documento mostró que la epidemiología no nos permitió distinguir entre diferentes tipos de partículas. Pensé que esta era una formulación extraña en ese momento: tener pruebas insuficientes para distinguir entre los tipos de contaminantes atmosféricos no es lo mismo que tener pruebas de que deberían ser tratados de la misma manera. Resulta, de hecho, que el informe en sí es bastante más informativo que lo que declaró Harrison.
Decidí examinar el informe: descubro que este es el reporte “Revisión de evidencia sobre aspectos de salud de la contaminación del aire – Proyecto REVIHAAP: informe técnico final”. El profesor Harrison era uno de los expertos revisores. La sección clave para nuestros propósitos es A2 página 10-31 (extracto PDF) . Una revisión de este material muestra que no hay absolutamente ninguna base para asumir la equivalencia entre el aerosol del cigarrillo electrónico y las partículas ambientales en general. A continuación ofrezco algunas observaciones del informe.
El profesor Harrison, creo, sustentó su respuesta en esta conclusión del informe:
La evaluación científica integrada utilizó evidencia de estudios epidemiológicos y experimentales para concluir que “hay muchos componentes que contribuyen a los efectos sobre la salud de PM2.5, pero no hay suficiente evidencia para diferenciar aquellos constituyentes (o fuentes) que están más estrechamente relacionados resultados sanitarios específicos” (EPA, 2009). A pesar del aumento en el número de estudios (especialmente epidemiológicos) después de 2009, la conclusión general sigue siendo la misma. (pagina 12).
Debería ser obvio, como insinué anteriormente, que esta afirmación no justifica el tratamiento del aerosol del cigarrillo electrónico como si fuera tan dañino como el humo del diesel, la degradación de las superficies de las carreteras, las emisiones de las centrales eléctricas, el smog, etc. La afirmación simplemente significa que la ciencia no ha avanzado lo suficiente para distinguir los impactos sanitarios de los diferentes tipos de partículas, no de que hay evidencia de que son uniformemente dañinos.
De hecho, hay mucho en el informe para tranquilizar a los vapeadores y para justificar el llamado a los diversos oponentes de los cigarrillos electrónicos para que retiren sus afirmaciones sobre las “partículas” de cigarrillos electrónicos.
En una declaración de lo obvio, la primera sección reconoce que la composición química es críticamente importante:
Estudios epidemiológicos y toxicológicos han demostrado que la masa de la PM (PM2.5 y PM10) comprende fracciones con diferentes tipos y grados de efectos en la salud, lo que sugiere un rol para ambos, la composición química (tales como metales de transición y partículas orgánicas primarias y secundarias de combustión derivados) y las propiedades físicas (tamaño, número de partículas y área de superficie) (página 10 – énfasis añadido)
Esto tiene mucho sentido para mí: Ud. estará preocupado tanto por un agente tóxico como por las vías a través de las cuales podría exponer a un ser humano, lo que puede depender de sus características físicas. Pero el agente tiene que ser tóxico de alguna manera o la forma de exposición no es muy importante.
El profesor Robert West habló desde el piso y enfatizó el punto que usted esperaría que haya algo tóxico o cancerígeno sobre las partículas antes de que el tamaño empiece a ser una preocupación. Es esta visión la que conduce a que las gotas de agua (que también cuentan como partículas) bastan para desafiar la noción de que todas las partículas son nocivas.
El informe continúa analizando los tipos de fuente de partículas para los cuales hay evidencia de efectos dañinos (página 11):
B. Tipos de fuentes Se ha asociado una variedad de fuentes de contaminación del aire con diferentes tipos de efectos sobre la salud. La mayoría de la evidencia acumulada hasta ahora es por un efecto adverso en la salud del material carbonaseo del tráfico (ver también la Pregunta C1). Un número más limitado de estudios sugiere que el polvo generado por el tránsito, incluido el desgaste de la carretera, los frenos y los neumáticos, también contribuye a los efectos adversos para la salud.
- La combustión del carbón produce partículas contaminadas con sulfato, para lo cual los estudios epidemiológicos muestran fuertes evidencias de efectos adversos sobre la salud.
- Las fuentes de emisiones de PM relevantes para la salud también incluyen la generación de energía de envío (combustión de petróleo) (combustión de petróleo y carbón) y la industria del metal (como el níquel).
- La exposición a partículas de la combustión de biomasa, especialmente la combustión de madera residencial, puede estar asociada no solo a la salud respiratoria sino también a la cardiovascular.
- Los episodios de polvo en el desierto se han relacionado con los ingresos hospitalarios cardiovasculares y la mortalidad en una serie de estudios epidemiológicos recientes.
El aerosol del cigarro electrónico, por supuesto, no se menciona, pero tampoco se asemeja ni remotamente en forma química o física. Téngase en cuenta que está implícito en esta sección que no se supone que todos los tipos de fuente tienen efectos en la salud simplemente por el hecho de ser particulados. ¿Por qué intentarían diferenciar entre tipos de fuentes de otro modo? La mayor parte de la discusión en el documento, por supuesto, se refiere a las partículas reales que son contaminantes del aire reconocidos (del tráfico, etc.), y son estos cuyo efecto no se puede aislar el uno del otro (página 12):
Los componentes de partículas más frecuentemente incluidos en los estudios han sido el sulfato y el carbono negro […]
En estudios epidemiológicos, los efectos del carbono orgánico derivado de la combustión son difíciles de separar de los del carbono negro y / o carbono elemental debido a una alta correlación por la fuente común: los procesos de combustión (Oficina Regional de la OMS para Europa, 2012). El carbono elemental está más fuertemente asociado con partículas de combustión primaria y carbono orgánico primario, mientras que la formación de aerosoles orgánicos secundarios se retrasa con respecto a las emisiones primarias, porque el carbono orgánico secundario se forma durante el transporte a mayor distancia en la atmósfera. El carbono orgánico secundario también tiene un componente biológico significativo, pero esta parte de la materia particulada MP apenas ha sido estudiada en relación con los efectos en la salud.
Entonces, la discusión aquí es sobre la evidencia que permitiría una distinción entre varias categorías que no son relevantes para el aerosol del cigarrillo electrónico. El informe continúa expresando mucha preocupación por la “partícula ultrafina” (menos de 1 / 10 de micron = 100nm), pero una vez más esto se refiere a la fuente principal de estos, a saber, productos de la combustión (página 17):
Existe un consenso general de que las partículas ultrafinas se definen como partículas de diámetro de movilidad menores a 100 nm y en su mayoría provienen de procesos de combustión en entornos urbanos (Peters, Rückerl y Cyrys, 2011).
Así que de nuevo estamos hablando de productos de combustión en el tráfico, estaciones de energía, cocina y calefacción y quema de biomasa. Simplemente no es legítimo tomar hallazgos de investigación sobre el hollín ultrafino y las partículas de humo, para hacer un “cortar y pegar” y endilgarlos al aerosol del cigarro electrónico, que tiene una química y una forma física completamente diferentes.
El informe discute el estado del conocimiento sobre los tipos de fuentes de partículas, revisando epidemiología, estudios clínicos y toxicología para las fuentes en los siguientes encabezados principales (páginas 21-29):
(b) El papel de los tipos de fuente
- Tráfico
- Combustión de carbón y petróleo
- Industria
- Combustión de biomasa
- Polvo del desierto
- Océano y mar
- Sitios de desechos peligrosos
No hay en esta lista nada que se parezca remotamente al aerosol del cigarrillo electrónico. Lo único que se acerca es “Océanos y mar”. Ha habido preocupación por la sal del mar, aunque, por supuesto, no hay sal marina en el vapor del cigarrillo electrónico. Sin embargo, en el informe, el caso de la sal marina establece un precedente útil para nuestros fines. Estas son las conclusiones para la sal marina (página 29 – leer el documento para el texto completo):
Estudios epidemiológicos. […] Con todo, hay poca evidencia epidemiológica de la nocividad de la sal marina.
Estudios clínicos. […] El estudio proporcionó pruebas claras de que el material particulado PM dominada por la sal marina y / o el rocío del mar es mucho menos tóxico que cantidades iguales de PM derivado de la combustión
Estudios toxicológicos. En ningún estudio publicado desde 2005 se ha investigado el papel del rocío de mar y / o la sal marina, aunque la sal marina no está clasificada como un compuesto peligroso y es plausible que con los niveles de exposición actuales no se produzcan efectos nocivos.
¿Por qué concentrarse en sal marina? Bueno, muestra que no todo lo que se clasifica como “partículas” se clasifica como inherentemente perjudicial simplemente en virtud de ser una partícula. Muestra que se puede, y se debe, recopilar otra evidencia, y que lo que realmente importa es el contenido del material particulado. Y no es como si no supiéramos nada del aerosol del cigarro electrónico: ha sido bastante estudiado y no me disculpo por citar de nuevo la revisión Burstyn 2014: Peering through the mist: systematic review of what the chemistry of contaminants in electronic cigarettes tells us about health risks. (ver nuestro análisis de este estudio)
“El estado actual del conocimiento sobre la química de líquidos y aerosoles asociados con cigarrillos electrónicos indica que no hay evidencia de que el vapeo produzca exposiciones inhalables a contaminantes del aerosol que justificarían problemas de salud según los estándares que se utilizan para garantizar la seguridad de los lugares de trabajo. Sin embargo, el aerosol generado durante el vapeo como un todo (contaminantes más los ingredientes declarados ) crea exposiciones personales que justificarían la vigilancia de la salud entre las personas expuestas junto con la investigación de los medios para mantener los efectos adversos a la salud tan bajos como sea razonablemente posible. Es probable que las exposiciones involuntarias de personas en el entorno sean órdenes de magnitud menores y, por lo tanto, no representen una preocupación aparente.“
Este consejo es sensato: no ve motivo de alarma ni motivo de preocupación para los transeúntes, pero recomienda el enfoque prudente de la vigilancia para detectar efectos adversos para la salud en los usuarios en caso de que éstos surjan.
¿Hay algo de qué preocuparse?
Los defensores de esta “teoría de partículas” deberían dejar de suponer simplemente que el vapor del cigarrillo electrónico puede ser tratado como si presenta riesgos similares a la salud que el escape del diesel o el humo del cigarrillo, desechando que es química y físicamente completamente diferente a las partículas de contaminación del aire. ¿Por qué no comenzar desde la perspectiva del aerosol del cigarrillo electrónico: éste consiste principalmente de propilenglicol, que se usa ampliamente en los alimentos y como excipiente en productos farmacéuticos, combinado con nicotina y sabores?
Por supuesto, hay riesgos que vale la pena explorar – aunque estos estarían dominados por la exposición del usuario en lugar de la de las personas en el entorno. Es posible que los agentes aromatizantes puedan ser sensibilizadores respiratorios o tener otros impactos. Es posible que los productos de degradación térmica representen un riesgo y se puedan evitar con un buen diseño o experiencia de uso. Es posible administrar los niveles de contaminantes en los e-líquidos. Esta es una agenda respetable para la regulación y para la ciencia regulatoria, aunque siempre debe llevarse a cabo con un contexto relevante. Eso significa (a) una evaluación de los riesgos relacionados con el tabaquismo, y; (b) comparación con una exposición ocupacional aceptable para auxiliar a la evaluación comparativa del riesgo relativo. No necesitamos una industria de investigación que haga montañas de muros y asuste a las personas para que continúen fumando.
Actualización: un par de documentos útiles.
- Schulte PA, etc. (2010) “Occupational exposure limits for nanomaterials: state of the art.” J Nanopart Res (2010) 12:1971–1987
- Health Council of the Netherlands (2012) Working with nanoparticles: Exposure registry and health monitoring.
Ambos sugieren que la preocupación sobre las partículas ultrafinas debe ser claramente diferenciada en base a las características físicas y químicas de las partículas, no solo su tamaño. Afirman lo que es obvio en otras palabras.
Conclusión
La preocupación por el material particulado en el aerosol del cigarrillo electrónico ha sido fabricada como un “acto de prestidigitación” por científicos que tratan de forzar una “analogía heroica” (pero fútil) con la contaminación ambiental, a pesar de las enormes diferencias en la física y la química. Al alarmar a los fumadores interesados en probar el cigarrillo electrónico, por exageración (o invención) de sus riesgos invocando la “teoría de las partículas”, los promotores de ésta última los alientan a continuar fumando, lo cual representa una falta de ética al atentar contra el derecho de opción informada de los adultos. Además, protegen el comercio de los cigarrillos y prolongan al tabaquismo.
Si Ud trabaja en salud pública, estas son cosas muy malas, si es que las hace debe desistir de hacerlas.